Del caos a la armonía – por Aida Labajos
Fue una experiencia compleja, exigente, muy amorosa y mágica.
Un viaje interior guiado por los Ancestros Waitaha, y los Hermanos de las Estrellas. Los líderes Drunvalo y la familia Waitaha, sirvieron de puente entre ellos y nosotros, se trató de un proceso dinámico, permanente y cíclico.
El punto de partida fue el caos, nuestro caos interior, y se fueron alternando el caos y la armonía durante los diez días que duró el encuentro en Nueva Zelanda.
Éramos 121 personas procedentes de 37 países, de diferentes culturas, creencias y edades (bebés de meses de nacidos, niños, adolescentes, adultos y personas mayores).
Como bien lo define la Doctora Esther del Río , somos bio-computadoras cuánticas, somos el mejor ordenador del mundo, y funcionamos con un disco duro -la mente- en la cual se almacenan informaciones, archivos con nuestros patrones de creencias, y un procesador de cierta velocidad. Nuestras células se comunican a través de una pantalla de cristal líquido, capturando y mandando hologramas que pueden ser codificados, los proyectamos hacia el infinito, somos un reflejo del infinito interconectados con la matriz divina.
Los Ancestros nos retroalimentaban a través de los sueños, medio por el cual recibíamos noche tras noche patrones geométricos, códigos y símbolos como parte del programa de los días siguientes. A nosotros nos correspondía estar en vacío, aquietar la mente, y permanecer con la intención de recibir informaciones del antiguo mundo, con el propósito de conectar con los programas de sabiduría. Para decodificar y procesar las informaciones transmitidas, se necesitaba entrar al corazón y permanecer allí, en donde reside una frecuencia de alto voltaje, que corresponde a la vibración del corazón, y es la puerta de entrada para establecer el contacto con los Ancestros. A nosotros de entrar en esta sintonía para poder expandir nuestra conciencia y percepción de la realidad, liberarnos de bloqueos mentales de nuestro sistema perceptivo convencional, y familiarizarnos con el concepto de multidimensionalidad.
Sería prudente indagar qué tan concientes estamos de quienes somos, de lo que pasa en nuestro interior, en nuestro entorno y de lo vivido en Nueva Zelanda.
Bien sabemos que nuestro nivel de conciencia a penas se asoma en el iceberg. Por lo tanto, cada quien vivió la experiencia que necesitaba vivir, como parte de su evolución espiritual. Es así como existirán múltiples interpretaciones de lo vivido y todas ellas serán válidas, perfectas y necesarias para nuestro respectivo aprendizaje y desarrollo espiritual. Durante diez días, fueron propiciados un entramado de situaciones, y experiencias creadas por el mismo Universo, para sacar a relucir el caos interior de cada uno de nosotros. Los líderes Waitaha, tenían el don de medición del nivel de caos colectivo, e inyectaban dosis de armonía en el momento preciso, gracias a herramientas mágicas y de transformación alquímica materializadas en cantos. La frecuencia de los mismos llevaba grabado el principio del amor incondicional, es así como al ser afinados, fluían ríos de sabiduría ancestral que restablecían el equilibrio.
El canto era un canal puro que nos transportaba, por medio de la vibración del amor, de regreso a casa. En forma constante el reto era manifiesto, obligándonos a mirarnos hacia dentro para medir, confrontar, y hallar la salida de nuestro propio laberinto, con el fin de ser cada vez más concientes de los patrones de creencias que nos limitaban.
Las enseñanzas eran dirigidas en forma sutil hacia nosotros, el propósito de los Waitaha era permitirnos recordar, reconectarnos y reavivar nuestros corazones (to remember, to reconect, and re awaken our hearts – home is a way of life). La intención era recordar a partir de los sueños, reconectarnos visitando lugares sagrados, asistiendo a las ceremonias basadas en el fuego, el agua, el aire, la tierra y el espíritu, y elevar nuestra frecuencia vibratoria para lograr mayor conciencia cada día y vivir el presente. Esto último, se manifestaba entonando cantos, tal y como lo solían hacer los Hathors utilizando los sonidos de las vocales, y desplazándonos en forma de mandalas, mirándonos, sonriéndonos y reconociéndonos en los ojos del otro: nos fundimos en un sólo espíritu.
Fuimos todos participantes de una película. Teníamos dos opciones, ser actores de nuestro propio guión o ser observadores de lo que sucedía en nuestro entorno. Si decidíamos asumir el primer rol, optábamos por cocrear nuestra realidad. Es decir, se tomaba el camino hacia la transformación y el cambio, hacia la transmutación. En este sentido, los espacios físicos adquirían un papel multifuncional, y pasaban de ser dormitorios colectivos a convertirse en escenarios propicios para celebrar ceremonias y rituales sagrados, en las que nos equiparábamos con el mar, el río, la waka -canoa-, y de este modo podíamos recibir el espíritu de los Waitaha y ser uno con ellos.
La magia también fue protagonista en Nueva Zelanda a lo largo de nuestra estadía, y la ceremonia de los cinco continentes lo evidencia. El propósito de la misma era sanar el dolor de la Madre Tierra, tomando como referencia nuestro lugar geográfico de origen. Lo primero era liberar el dolor de cada región desde el inicio de los tiempos, luego venía el perdón y para terminar la visualización del nuevo mundo. El fin fue la cocreación colectiva una vez más.
Para concluir, quisiera agradecer desde lo más profundo de mi Ser a Ruth por sus palabras y generosidad, a Ojasvine por sus cantos y permitirnos experimentar el Haka junto a Hirini, a Ski por su maestría en el Tai Chi , a los abuelos y abuelas por tantas lecciones recibidas más allá de lo tangible, a la familia Waitaha por su incondicionalidad, a Drunvalo por habernos recordado cómo entrar en el corazón, y a todos los niños presentes por ayudarnos a rescatar nuestro niño interior. Espero haber podido cumplir con parte del programa propuesto por los Ancestros, y acogido por cada uno de nosotros conforme a nuestro libre albedrío, según nuestro compromiso frente a la vida y el Universo.
Sin lugar a dudas, los Ancestros y los Hermanos de las Estrellas nos seguirán guiando a través de los sueños, hasta que adquiramos un mayor nivel de conciencia para cocrear, y ser partícipes del sueño colectivo de la nueva Tierra, la Tierra ascendida.
Aida Labajos Salvadores
Terapeuta cuántica
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From Chaos to Harmony – by Aida Labajos
Translated from Spanish by Marcela Arellano
It was a very complex, demanding, loving and magic experience.
An inner trip guided by the Waitaha Ancestors and the Star Brothers. Our leaders, Drunvalo and the Waitaha family, were the bridge between them and us; it was a dynamic, permanent and cyclic process.
The starting point was chaos, our inner chaos, and then chaos and harmony were alternating during the ten days of our gathering in New Zealand.
We were 121 people coming from 37 countries, from different cultures, beliefs and ages (babies, children, teenagers, adults and elders).
As defined properly by Dr. Esther del Río , we are quantum bio-computers, we are the best computer in the world and we work with a hard disk – our mind – where we store information, files with our belief patterns, and a processor at certain speed. Our cells communicate through a liquid crystal screen, capturing and sending holograms which can be codified. We project them towards the infinite; we are a reflection of the infinite interconnected to the divine matrix.
The Ancestors were giving us feedback through our dreams, in which we received every night geometric patterns, codes and symbols, as part of the program for the next days. Our task was to be in the void, to silence our minds, and to hold the intention of receiving information from the ancient world, in order to connect with the wisdom programs. In order to decode and process the transmitted information it was necessary to go into our hearts and stay there, where a high voltage frequency lives, which corresponds to the heart vibration, and it is the front door to make contact with the Ancestors. We needed to come into this tuning to be able to expand our consciousness and perception of reality, to release mental blockades from our conventional perception system, and to familiarize with the concept of multidimensionality.
It would be prudent to research if we are aware of who we are, what happens in ourselves, in our environment, and what we experienced in New Zealand.
It is well known that our consciousness level can hardly be seen in the iceberg. Therefore, each one of us lived the experience we needed to live, as part of our individual spiritual evolution. That’s the reason why there will be multiple interpretations of this experience and all of them will be valid, perfect and necessary for our respective learning and spiritual development. During ten days, a network of situations and experiences were created by the Universe itself, so the inner chaos of each person could be exposed. The Waitaha leaders had the talent to measure the collective chaos level, and to inject harmony doses at the right moment, thanks to the magic tools of alchemic transformation materialized in chants. Their frequencies had the unconditional love principle recorded, so when they were sung, rivers of ancient wisdom flowed so the balance could be restored.
The chants were pure channels which transported us through the vibration of love back home. The challenge was shown constantly, forcing us to look inside ourselves to measure, confront and find the exit of our own labyrinth, with the aim of being more and more conscious of the belief patterns which limited us.
The teachings were addressed in a subtle way to us, the Waitaha’s purpose was to allow us to remember, to reconnect and re-awaken our hearts – home is a way of life. The intention was to remember based on our dreams, to reconnect by visiting sacred sites and attending the ceremonies based on fire, water, air, earth and spirit, and to raise our vibratory frequency in order to gain more consciousness every day, and to live in the present. This was created by tuning chants, just as the Hators used to do it, by using the sound of the vowels, and by moving ourselves through mandalas, looking and smiling to each other, and recognizing ourselves in the other’s eyes: we merged in one single spirit.
We all were participants of a movie. We had two options, to be actors of our own screenplay or to be observers of what happened around us. If we decided to assume the first role, we chose to co-create our reality. That is, the path towards transformation, change and transmutation was taken. In this way, the physical spaces acquired a multi-functional role, and they changed from being collective bedrooms to become favorable scenarios to do ceremonies and sacred rituals, in which we were as the sea, the river, the waka – canoe – and by doing this we could receive the Waitaha’s spirit and be one with them.
Magic was also a main actor in New Zealand during our stay, and the five continents ceremony proves it. The purpose of this ceremony was to heal Mother Earth’s pain according to our geographic place of origin. First, we released in each region the pain since the beginning of times, and then forgiveness came along with a vision of the new world. The purpose was again the collective co-creation.
To conclude, I would like to thank from the bottom of my Being to Ruth for her words and generosity; to Ojasvin for his chants and for allow us to experience the Haka besides Hirini; to Ski for his mastery on Tai Chi; to the grandfathers and grandmothers for all the lessons received far beyond the tangible level; to the Waitaha family for their unconditional love; to Drunvalo for having reminded us how to go into our hearts; and to all the children for helping us to recover our inner child. I hope I was able to fulfill part of the program proposed by the Ancestors, and received by each one of us according to our free will and our commitment to the life and the Universe.
Without hesitation, the Ancestors and Star Brothers will continue guiding us through our dreams, until we acquire a higher level of consciousness to co-create, and to participate in the collective dream of the New Earth, the Ascended Earth.
Aida Labajos Salvadores
Quantum Therapist
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